El soldado del Ejército Juan Torres tenía toda su vida por adelante. Con 25 años de edad, Torres (conocido como John a su familia y amistades) se graduó en contabilidad de la Universidad de Houston y un buen trabajo cuando regresara a Houston. Tenía ahorros en el banco y estaba planeando su boda con Elizabeth Wise.

Torres estaba por terminar sus ochos años en la reserva y servicio activo militar. Él sirvió en Kosovo y Hungría. Recibió cuatro medallas. Estaba en buena salud. No fumaba ni usaba drogas. Él tenía una relación calurosa con su familia y muchos amigos.

El 12 de julio – a solo semanas antes de regresar, después de pasar un año en Afganistán – encontraron a Torres muerto en una ducha/letrina de la base aérea Bagram. La causa de muerte un tiro que él se metió en la cabeza con un rifle – o por lo menos, eso es lo que dice el Ejército.

Su familia y novia dicen que él nunca se hubiera quitado la vida. Y varios soldados que sirvieron con él en Bagram le dijeron a la familia que el Ejército no está diciendo la verdad. La familia tiene preguntas y el Ejército no las está proveiendo.

El padre de Torres, también llamado Juan, es un trabajador de hotel que vino aquí desde Argentina hace 26 años. Él vive en una casa modesta cerca de Chicago. Él participa en las manifestaciones contra la guerra con una foto de su hijo buen mozo, con la esperanza de llamar la atención a su caso.

Torres acababa de volver de una manifestación en la toma de poder del presidente cuando Nuestro Mundo lo entrevistó en su casa el 23 de enero. Con una voz ronca, cansado por su largo viaje desde Washington, y la agitación con la cual ha vivido desde la muerte de su hijo, Torres habló de las muchas cuestiones que perturban a él y su familia.

Él había hablado con su hijo solo uno o dos días ante de la muerte de John. “Papi, estoy tan contento – Saldré de aquí en unas semanas”, nos dijo Torres. “Él me dijo ‘Papi, hay tantas drogas aquí. Yo le digo a la gente ‘no usen drogas’”.

Torres dijo que ellos hablaron de la boda de John y Elizabeth en Las Vegas el próximo agosto, y los planes de la familia para visitar a Argentina. John también llamó a su madre y novia el día ante de su muerte, con entusiasmo por su pronto regreso.

Torres recibe una llamada de su hija en Houston el 13 de julio. “Ella me dijo, ‘Papi, Papi, algo pasó. John está muerto’. El Ejército no dijo que pasó. Yo no sabía si fuera los talibanes o qué. Fui a Houston para el funeral”.

El Pentágono al principio dijo que John murió de “heridas no relacionadas con el combate”, y no reveló ningunos detalles a la familia. No fue hasta que Torres consiguió la ayuda del congresista demócrata por Illinois Rahm Emanuel que la familia por fin obtuvo el reporte de la autopsia del Ejército. El reporte dijo que la muerte fue un suicidio y que encontraron una nota en el lugar de muerte. El Ejército dijo que se estaba quedando con la nota, y la arma envuelta, durante la investigación.

Verónica Santiago, la hermana de John, dijo que portavoces del Ejército habían insinuado a ella y su madre que la nota indicaba que Elizabeth quería romper su noviazgo. Pero Wise dice que ella nunca dijo ni escribió semejante cosa.

Wise está en su tercer año estudiando contabilidad en la Universidad Estatal Sam Houston. Los dos se conocieron cuando trabajaban junto en la tienda Marshall’s. Ellos estaban hablando de casarse por “casi un año”, Wise le dio a Nuestro Mundo en una entrevista telefónica. “No nos queríamos casar simplemente porque él se iba”.

Ella dijo que la mera idea de una nota como esa la pondría loca. “Hacía tiempo que yo no le había escrito por correo electrónico porque hablamos todos los día – la única vez que no hablamos era si yo trabajaba doble turno”, dijo Wise. Precisamente el día ante de la muerte de John, ella dijo, ellos discutieron sus planes de alquilar un apartamento al norte de Houston mientras ella terminaba con sus estudios. En el funeral de John, su capitana le dijo a Wise que ella bromeaba con John sobre sus planes de escoger los anillos de matrimonio. “Ella le dijo a él que la dejara escoger los anillos”, dijo Wise.

John era “una de las personas más compasivas, cariñosa y bondadosa que yo he conocido”, ella dijo. Él había pasado por el suicidio de un amigo y la angustia que eso deja y le había dicho a ella, “Eso es la cosa más egoista que una persona puede hacer”.

Verónica Santiago le dijo a Nuestro Mundo que, en el funeral el 20 de julio en Houston, la capitana, que era una de las comandantes de su hermano en Bagram, “me abrazó y me dijo, ‘Verdaderamente lo siento. No crea lo que te está diciendo el Ejército’”. Un mes después Santiago recibió una llamada de la capitana. Ella le dijo a Santiago que ella tenía documentos importantes de la División de Investigaciones Criminales (DIC) y que “va ser algo grande”. Santiago dijo, “Ella decía otra y otra vez”. La capitana le dijo a la madre de Torres que ella iba escribir una carta larga sobre el caso, pero hasta la fecha la familia no ha oído nada más de ella.

Otra soldada le dijo a la familia que las drogas estaban dondequiera en Bagram y que ella misma había usado drogas allá. De acuerdo a Santiago, la soldada dijo que ella había visto drogas venderse en un cuarto en la base, con mucha cantidad de dinero y drogas en una mesa. La soldada cree que Torres tenía que haber visto de cual no estaba de acuerdo y que pagó poor eso con su vida. Santiago dijo que su hermano era el tipo de persona que habla cuando ve algo que no le gusta. “Conociéndolo a él, él se lo hubiese dicho a alguien …”

Después, dijo Santiago, la soldada le dijo a la familia que ella no quería estar envuelta en sus esfuerzos por sacar a la luz pública de la muerte porque tenía miedo de meterse en problemas. Después un periodista de otra publicación encontró su teléfono desconectado.

Afganistán está inundado con opio y heroína, su derivado. Desde la invasión estadounidense en octubre del 2001, el comercio en drogas ha aumentado dramáticamente. Un artículo en la revista Time cita a un diplomático en Kabul que dice, “Sin dinero de las drogas, los jefe de bandas armadas amistosos no pudieran pagarle a sus milicias. Es tan simple como eso”.

La posibilidad de problemas de drogas en Bagram fue discutido por el periodista Seymour Hersh en su artículo del 12 de abril 2004 en la revista The New Yorker. Hersh escribió, “Desde el otoño de 2002, un número de oficiales activos y jubilados militares y de la CIA me han dicho de los creciente informes de uso de heroína por personal militar norteamericano en Afganistán …”. Un “ex oficial alto de inteligencia” le dijo a Hersh que el problema estaba centralizado entre las unidades logísticas y de provisiones en Bagram. El liderazgo alto del Pentágono tiene una actitud de virar los ojos dijo el oficial a Hersh. “No hay ningún deseo de sacarlo a la luz” y hacer cumplir con las regulaciones dijo el oficial.

Tod Ensign de grupo Soldado Ciudadano le dijo a Nuestro Mundo, “El odia la apariencia de que hay uso de drogas. Un comandante hará todo lo posible para no tener un escándalo en su base – es algo que destruye carreras”.

El personal de la DIC del Ejército en tales sitios tienen un conflicto de interés, dijo Ensign, porque uno de sus tareas es “hacer que el comandante se vea bien”. Él dijo que los DIC son conocidos entre abogados por sus “métodos chapuceros”. “Yo no confiaría cualquier cosa que ellos hagan”, dijo Ensign. “Ellos pueden querer encubrir o puede que usen medidas draconianas para borrar [un problema]”.

Frustrado con la falta de cooperación e información del Ejército, Juan Torres también se puso en contacto con el senador Dick Durbin de Illinois el pasado otoño. Durbin y el congresista Emanuel le pidieron al inspector general del Pentágono que investigue.

Respondiendo a estas peticiones, el noviembre pasado, la oficina del inspector general dijeron que estaban investigando. Eso fue lo último que oyó la familia.

Portavoces para Emanuel y Durbin dijeron esta semana que todavía estaban esperando las conclusiones del Pentágono. No quisieron comentar más que eso sobre el caso.

Gary Comerford, vocero para el inspector general del Pentágono, confirmó la semana pasada que habían recibido una carta de Durbin y estaban “actualmente trabajando con eso”, pero que “ni confirmarían, ni negarían” la existencia de una investigación.

Tod Ensign señala que, en el campo, los inspectores se reportan a los comandantes de las unidades que tienen un interés directo en los resultados de las investigaciones. Estos tiene un conflicto de interés, dijo Ensign. Además, la mayoría de los congresistas defieren a los militares y parecen tener miedo desafiarlos, él dijo. Él agregó que sin una investigación externa independiente “tu nunca te vas a sentir con confianza”.

En diciembre 2004, un oficial de asistencia a familias por bajas del Ejército en Illinois, asignado a trabajar con Juan Torres, escribió un resumen de las “circunstancias raras” sobre la muerte del joven Torres. Él lo envió electrónicamente a la división de inspectores generales de la 85ta División “respetuosamente pedir asistencia si hay algo que se pueda hacer dentro” de los inspectores generales.

Entre los 16 puntos sospechosos en el resumen del oficial estaban: Soldados que temían por sus vidas si hablaban de la muerte de John. Un soldado dijo que vio a Torres entrar a la ducha con una toalla pero sin arma. Algunos dijeron que todavía estaban esperando que los entrevistaran sobre la muerte. Testigos dijeron que fueron ordenados a quemar mucha de las pertenencias personales de él. Soldados dijeron que el rifle de John fue entregado al Fuerte Hood en Tejas, en vez de quedarse en Bagram para la investigación. Otros soldados dijeron que la verdad se estaba encubriendo y la DIC estaba envuelta.

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