Para Cuba, las elecciones estadounidenses tienen importantes consecuencias
Mujeres cubanas llevan caricaturas del entonces presidente Donald Trump matando la paz con su firma durante un desfile del Primero de Mayo. Trump endureció las sanciones contra el país y lo volvió a incluir en la lista de estados patrocinadores del terrorismo cuando era presidente. Biden no cumplió su promesa de revertir estas acciones y volver al enfoque de normalización de Obama, por lo que no está claro qué enfoque adoptaría una administración de Harris. Pero dado que saben qué esperar de Trump, los cubanos están siguiendo de cerca el resultado de las elecciones estadounidenses. | Ramon Espinosa / AP

A finales de octubre, la Asamblea General de las Naciones Unidas votará, por 32º año consecutivo, una resolución presentada por Cuba en la que se reclama “la necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”.

Como cada año, es muy probable que los delegados aprueben la resolución por abrumadora mayoría.

Igualmente importante para Cuba son las elecciones estadounidenses que se celebrarán unos días después, el 5 de noviembre, en las que se decidirá la presidencia y la composición de la Cámara de Representantes y el Senado de Estados Unidos.

La Cámara es uno de los pocos centros institucionales del poder estadounidense donde se puede registrar el disenso colectivo contra el acoso de Estados Unidos a Cuba.

El 21 de marzo de 2021, 80 congresistas demócratas estadounidenses –ninguno republicano– firmaron una carta al presidente Joe Biden pidiendo que revoque las restricciones impuestas contra Cuba y retire al país de la lista del Departamento de Estado de Estados Unidos de Estados patrocinadores del terrorismo (SSOT).

Tanto las sanciones reforzadas como la designación de Estado terrorista fueron impuestas por el presidente Trump. Los firmantes de la carta instaron a Biden a pasar página y emprender “un esfuerzo más integral para profundizar el compromiso y la normalización” con Cuba.

A pesar de las promesas de campaña del candidato Biden en 2020, no revirtió el estrangulamiento del pueblo cubano por parte de Trump. El bloqueo continúa.

La experiencia de los años de Obama es instructiva. Ese gobierno dio un paso hacia la normalización entre Estados Unidos y Cuba. Se restablecieron las relaciones diplomáticas plenas, los Cinco presos políticos cubanos regresaron a la isla y los ciudadanos estadounidenses pudieron viajar fácilmente a Cuba. Todas estas cosas tuvieron un impacto inmediato y positivo en las vidas de los cubanos comunes.

De importancia crucial fue la eliminación de Cuba por parte de la administración Obama de la lista SSOT, en la que Cuba nunca debió haber estado. De hecho, la lista en sí misma no debería existir. Esa acción también tuvo un efecto positivo en las condiciones económicas de Cuba y en el bienestar de todos los cubanos y de la clase trabajadora cubana en particular.

Trump revirtió el paso parcial de Obama, pero no obstante valioso y bien recibido por los cubanos, hacia la normalización. En concierto con los fanáticos anticubanos de derecha en Miami y otros lugares, Trump restableció a Cuba en la lista SSOT una vez que asumió el cargo. Esa multitud ayudó difundiendo una versión pervertida de la realidad de la gran contribución de Cuba a la negociación de un acuerdo de paz en Colombia.

La grave penuria económica resultante que sufrió Cuba ha llevado a un éxodo de allí a los Estados Unidos y otros lugares de aproximadamente un millón de personas. Los cientos de miles de ellos que ingresaron a los Estados Unidos tuvieron la desgracia de encontrarse con el frenesí antiinmigrante provocado por Trump y sus seguidores.

Y ahora, cuando Cuba se tambalea tras un prolongado apagón eléctrico a raíz de los recientes daños causados ​​por huracanes, resulta aún más evidente por qué el bloqueo debe terminar.

Cuando analizan la política de Biden, muchos de nuestros colegas en la lucha por la solidaridad con Cuba concluyen que la política electoral no funciona. Ven que el bloqueo continúa bajo un demócrata y piensan que no importa cuál de los dos partidos principales controle el Congreso o la Casa Blanca.

Pero deben tener en cuenta que Obama no abrió relaciones diplomáticas con Cuba porque apruebe el socialismo cubano. Respondió a la presión de varias direcciones, incluidas las de empresas e intereses agrícolas que ven a Cuba como un mercado importante y rentable y de amigos de la Cuba socialista.

Esas presiones todavía existen y deben intensificarse para eliminar con éxito todos los elementos del bloqueo a Cuba.

Llenar el Congreso y la Casa Blanca con amigos de Cuba, o incluso amigos de la diplomacia en lugar de los diktat, no es suficiente por sí solo.

La concienciación, la organización y la agitación de las masas también son esenciales. El proceso será largo, sin duda. Incluirá presionar a aliados en el Congreso para que introduzcan leyes destinadas a normalizar las relaciones con Cuba. Esa es la única manera real de poner fin al bloqueo estadounidense a Cuba.

¡Abajo el pensamiento mágico! Ninguna revolución socialista en Estados Unidos vendrá al rescate, no por mucho tiempo. Las necesidades de Cuba son inmediatas, urgentes y de largo alcance.

De los 80 representantes que firmaron la carta original a Biden en 2021, 62 siguen en el Congreso. Representan una base para construir el bloque que se necesita si se quiere desmantelar el bloqueo. Ellos, y más de su tipo, necesitan ser elegidos para el próximo Congreso.

¿Pero qué pasa con la Casa Blanca? Sabemos cómo trataría Trump a Cuba; ya nos lo ha mostrado. Pero ¿qué haría la presidenta Kamala Harris con respecto a Cuba? Ella no lo ha dicho.

Durante su campaña presidencial en 2019, tal vez influenciada por las acciones de Obama, un portavoz indicó que “la senadora Harris cree que debemos poner fin al fallido embargo comercial” y que quería que “la sociedad civil cubana y la comunidad cubanoamericana impulsen el progreso y determinen libremente su propio futuro”.

Más tarde, como candidata a la vicepresidencia, prometió que una administración Biden derogaría las restricciones impuestas por Trump a Cuba, promesa que no cumplió.

Si bien ninguno de los principales candidatos presidenciales ha articulado una postura antiimperialista clara, los votos a candidatos de terceros partidos a nivel presidencial que terminan ayudando a inclinar la elección a favor de Trump son una estrategia terrible para Cuba.

Sabemos, al observar la historia de la administración Trump en el contexto latinoamericano, que un regreso de él a la presidencia representa un peligro extremo para Cuba, Venezuela, Nicaragua y otros países cuyos gobiernos buscan implementar políticas progresistas e independientes.

Decenas de los firmantes de la carta a Biden en 2021 han respaldado otras comunicaciones con Biden instándolo a relajar las sanciones contra Nicaragua y Venezuela, así como contra Cuba, y a apoyar al gobierno progresista del presidente Gustavo Petro en Colombia.

La postura adoptada por estos demócratas progresistas requiere un gran coraje. Ellos, junto con muchos nuevos candidatos en las elecciones de noviembre, fueron el blanco de la derrota en las primarias por parte de los demócratas de derecha, y los sobrevivientes son ahora el blanco de intensos esfuerzos republicanos respaldados por enormes sumas de dinero.

Instamos a todos los que desean ver a Cuba recuperarse de la asfixia reimpuesta por la primera presidencia de Trump y apoyan el derecho del pueblo cubano a vivir y prosperar a que consideren seriamente el efecto de sus acciones hasta las elecciones y su voto en noviembre.

Como bien sabemos, para los cubanos, los resultados electorales en el centro imperialista del norte tienen consecuencias importantes.

Los autores son miembros de la Comisión de Paz y Solidaridad del Partido Comunista de Estados Unidos.

W.T. Whitney Jr. es un periodista político que se centra en América Latina, la atención sanitaria y el antirracismo. Activista en solidaridad con Cuba, trabajó como pediatra y vive en la zona rural de Maine.

Emile Schepers es un veterano activista por los derechos civiles y de los inmigrantes. Nacido en Sudáfrica, tiene un doctorado en antropología cultural de la Universidad Northwestern. Es activo en la lucha por los derechos de los inmigrantes, en solidaridad con la Revolución Cubana y en otras cuestiones. Escribe desde el norte de Virginia.


CONTRIBUTOR

W. T. Whitney Jr.
W. T. Whitney Jr.

W.T. Whitney Jr. is a political journalist whose focus is on Latin America, health care, and anti-racism. A Cuba solidarity activist, he formerly worked as a pediatrician, and lives in rural Maine.

Emile Schepers
Emile Schepers

Emile Schepers is a veteran civil and immigrant rights activist. Born in South Africa, he has a doctorate in cultural anthropology from Northwestern University. He is active in the struggle for immigrant rights, in solidarity with the Cuban Revolution, and a number of other issues. He writes from Northern Virginia.

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