Cientos de miles de indignados manifestantes gritaron esta palabra por todo el país durante el sábado, 30 de junio, Día Nacional de Acción para la Unidad Familiar de los Inmigrantes.
“Vergüenza” iba dedicada a la administración Trump y su inhumana y cruel política de “tolerancia cero”, y separación y detención de familias inmigrantes. Ya sabemos que miles de niños han sido arrebatados de los brazos de sus familias inmigrantes, y que el gobierno federal ha perdido la pista de unos 6.000 de ellos o los ha encerrado en centros de detención como parte de un caótico sistema que los somete a un trauma mental de incalculables consecuencias.
Ahora, bajo órdenes de Donald Trump, el Departamento de Defensa está explorando instalaciones militares en Alabama, Arizona, California y Texas para albergar a estos niños. Sin embargo, el agua de varias de estas bases está contaminada con compuestos llamados perfluoroaquilos (PFAS), tal y como revela un reporte que fue bloqueado durante seis meses por la administración, por miedo a que desatara una pesadilla de relaciones públicas.
El informe, recientemente publicado por el Departamento de Salud y Servicios Humanos, identificó estos compuestos tóxicos que pueden causar cáncer renal y testicular, y enfermedades de la tiroides. Según datos epidemiológicos, los niños son particularmente vulnerables a los PFAS, causando problemas de desarrollo cerebral y daños duraderos del sistema inmunológico.
Bajo una enorme presión de un país indignado por que tal atropello a los derechos humanos de estas familias esté ocurriendo en “la tierra de los valientes y el hogar de los libres”, Trump finalmente bajó el testuz y suspendió la separación forzosa de familias. Pero la decisión agravó aún más el caos que reina en su administración y se desconoce cómo y cuándo el gobierno federal va a reunir a los más de 2.300 niños separados de sus familias.
Y de remate, para avivar el fuego racista de su base de votantes que aprueba abrumadoramente esta cruel “tolerancia cero”, se refirió a nosotros los inmigrantes como una plaga criminal que “infesta” esta sociedad. Incluso para alguien como yo que creció bajo una dictadura fascista, la invectiva de Trump me deja pasmado, sobre todo porque está basada en una gran mentira.
La realidad es que según crece la inmigración, decrece la criminalidad. Los inmigrantes de primera generación cometen muchos menos crímenes, y reciben muchas menos condenas y arrestos que los ciudadanos de este país. Los hombres nacidos en Estados Unidos tienen un 250% más de probabilidades de ser encarcelados que los nacidos en el extranjero. Los indocumentados no aumentan la prevalencia de problemas de alcohol y drogas.
Los inmigrantes indocumentados, además, juegan un papel clave en la economía de Estados Unidos. Según varios estudios, esta fuerza laboral de unos 11 millones de trabajadores es vital para la viabilidad de industrias como la agricultura, la ganadería, la construcción y el cuidado de la salud. Y a estos empleos, la mayoría de los estadounidenses ni se acercaría a ellos.
Pero hay esperanza. Además de las magníficas manifestaciones del Día Nacional para la Unidad Familiar, una jueza federal ordenó a la administración que suspenda las separaciones y que vuelva a reunir a estas familias. Asimismo, ha habido marchas y bloqueos de centros de detención en varias partes del país y se han recaudado millones de dólares para financiar las batallas legales de los inmigrantes.
Mientras la administración Trump ordena a niños de tan solo tres años de edad comparecer ante las cortes para defender sus peticiones de asilo, es bueno que el país grite “¡vergüenza!” Pero será aún mejor que jamás nos olvidemos de estas atrocidades.
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