Parte I.
En siglos remotos, cuando nuestros predecesores necesitaban expresar algún pensamiento a sus semejantes, utilizaban los medios a su alcance, como la oralidad, los gestos y las imágenes que conocemos como arte rupestre o prehistórico, lo que indica que los «medios de comunicación» –en el más amplio sentido– han estado inseparablemente vinculados a la humanidad.
Con el paso del tiempo, la aparición de la escritura produjo una revolución en las formas de comunicación, lo cual permitió un mejor registro del mensaje. Durante toda la Edad Media la publicación de escritos estuvo limitada por la elaboración artesanal y regulada por el riguroso régimen eclesiástico. Pocos textos conseguían un tiraje o alcance de masas para convertirse en alternativa al monopolio del Estado y de la iglesia; algunos de estos impresos fueron los llamados «libelos», que se hicieron muy populares ya que, al no poder ser clasificados como literatura política o religiosa, conseguían burlar la censura de la época y se convirtieron en agentes difusores de la cultura popular.
A finales de la primera mitad del siglo XV, con la invención de la imprenta mecánica, inició una nueva revolución que poco a poco masificó la posibilidad de la publicación de libros y dio origen a los periódicos. En la segunda mitad del siglo XVIII los periódicos, que inicialmente sólo difundían noticias y servían a casas comerciales, fueron utilizados directamente en los debates políticos contra el absolutismo en Francia, convirtiéndose al mismo tiempo en el antecedente de lo que posteriormente fueron los medios de comunicación masiva.
En medio del despliegue de la Revolución Francesa (1789), se presenta al mundo «La declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano», cuyo artículo 11 estableció: «La libre comunicación de los pensamientos y las opiniones es uno de los derechos más preciosos del hombre; todo ciudadano puede, pues, hablar, escribir, imprimir libremente. Con la salvedad de responder por el abuso de esa libertad en los casos determinados por la ley».
La prensa era manejada por la burguesía, al principio para terminar con el antiguo régimen, acabar con la monarquía absolutista y el feudalismo. Pero, cuando llega al poder, a la burguesía ya no le interesan las libertades que decía defender: utiliza la prensa para mantenerse en el poder; reprime las publicaciones que amenazan sus intereses; y emplea la censura, que es la primera forma de manipulación del periodismo y omisión de las noticias.
La industrialización introdujo grandes desarrollos en los medios de comunicación –y en el ejercicio del periodismo–, incrementando sensiblemente sus niveles de alcance e influencia de masas, de lo cual hay muchos ejemplos –sobre todo de manipulación mediática– desde finales del siglo XIX y hasta nuestros días, y que adquiere mayores dimensiones con los medios digitales y «redes sociales» en constante innovación.
Por Enrique García Rojas, Profesor de Literatura
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