NUEVA YORK—El 30 de octubre, por mayoría de 187 países, la Asamblea General de las Naciones Unidas votó a favor de aprobar una resolución que pide la “necesidad de poner fin al embargo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”. Estados Unidos e Israel votaron en contra, y Moldavia se abstuvo; todos los demás países votaron a favor.
La misma moción ha sido aprobada por abrumadora mayoría todos los años desde 1991. No hubo votación en 2020 debido a la pandemia de COVID-19. Durante más de 20 años, solo Israel y Estados Unidos han rechazado la Resolución; anualmente uno o más estados se han abstenido.
En declaraciones a los delegados de la Asamblea, el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, explicó que el bloqueo económico de Estados Unidos restringe la importación de bienes y el acceso de Cuba a los recursos financieros internacionales y que la escasez afecta todos los aspectos de la vida de los cubanos. El 12 de septiembre, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba emitió un resumen exhaustivo de los efectos adversos del bloqueo. El documento, que aparece aquí, complementa este informe.
La votación de la ONU de este año tiene un significado especial.
Se produjo inmediatamente después del huracán Oscar, que devastó el este de Cuba, y de un apagón eléctrico que duró varios días en toda la isla. La causa de este último fue la falta de petróleo para generar electricidad, las restricciones al transporte de productos petrolíferos y el acceso limitado a la financiación internacional, todo ello debido al bloqueo.
Ahora es un momento extraordinariamente difícil para los cubanos y su gobierno. Los suministros y materiales básicos necesarios para el funcionamiento diario no están fácilmente disponibles. El dinero escasea y la inflación aumenta. Los dos culpables son la caída del turismo, la principal fuente de divisas de Cuba, y la designación de Cuba por parte de los Estados Unidos como “Estado patrocinador del terrorismo”. Esta última implica regulaciones que persuaden a las instituciones financieras y corporaciones internacionales a mantenerse alejadas de Cuba.
Todos los años, en preparación para su votación sobre la resolución, la Asamblea General organiza dos días de debate sobre los pros y los contras de la medida. Tal vez como reflejo de las tensiones adicionales que pesan sobre Cuba, los comentarios durante el período de discusión de este año provinieron de un grupo de delegados sin precedentes.
En breves intervenciones, 59 de ellos ofrecieron razones por las cuales la resolución debería aprobarse; casi 30 organizaciones o alianzas internacionales hicieron lo mismo. Entre ellas, se encontraban el Grupo de los 77 y China, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), la Organización de Cooperación Islámica (OCI), el Movimiento de Países No Alineados (MNOAL) y la Comunidad del Caribe (CARICOM).
Los oradores hicieron referencia frecuente a la designación de SSOT y al Título III de la ley Helms-Burton de los Estados Unidos (que desalienta la inversión extranjera en Cuba). Muchos de ellos denunciaron de diversas maneras el bloqueo por violar el derecho internacional y los derechos humanos de los cubanos, por inhibir el desarrollo de Cuba y por permanecer como un remanente de la Guerra Fría. Varios delegados elogiaron la cooperación Sur-Sur y la multipolaridad. Otros agradecieron la asistencia de Cuba durante la pandemia.
Mientras tanto, activistas y organizaciones estadounidenses, que se manifiestan contra el bloqueo y en defensa de Cuba, se unieron a vigorosas manifestaciones que tuvieron lugar en Washington, D.C., Nueva York, Los Ángeles, Chicago, y otros lugares.
El Comité de la Coalición Internacional para la Normalización de las Relaciones entre Estados Unidos y Cuba volvió a organizar el 27 y 28 de octubre su “Piquete Global de 24 Horas” anual para acompañar la votación de la ONU. El esfuerzo se hizo para una presentación continua de comentarios, apoyo, presentaciones de video y música de 61 países. Fue iniciado por las activistas Tamara Hansen y Alison Brodine, con sede en Vancouver, y otros.
Una rareza del debate sobre la resolución sobre Cuba fue el contraste entre los múltiples puntos de vista ofrecidos por las naciones del Sur Global y el silencio de sus contrapartes del Norte, específicamente Japón, Canadá y todas las naciones europeas, salvo Hungría (el representante de Estados Unidos sí habló). La división puede representar el rechazo de los procedimientos por parte de naciones que se identifican con los intereses de Estados Unidos, o una división fundamental dentro de la comunidad de naciones, o ambas cosas.
Una anomalía notable fue la destitución de la ministra argentina de Asuntos Exteriores, Diana Mondino, poco después de votar a favor de la resolución cubana. Su jefe, el presidente de extrema derecha Javier Milei, se mostró disgustado.
Después de la votación en Nueva York, el embajador de China en Cuba emitió una declaración en la que calificaba el resultado como un “llamado justo de la comunidad internacional que debe aplicarse de inmediato y de manera efectiva”.
Añadió: “Es decepcionante e indignante que Estados Unidos haya votado en contra de la resolución mientras se niega a poner fin a sus sanciones contra Cuba e insiste en incluir a Cuba en su lista de Estados patrocinadores del terrorismo”.
“China y Cuba”, concluía la declaración, siguen siendo “buenos amigos, camaradas y hermanos”.
W.T. Whitney Jr. es un periodista político que se centra en América Latina, la atención sanitaria y el antirracismo. Activista en solidaridad con Cuba, trabajó como pediatra y vive en la zona rural de Maine.
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