RIO DE JANEIRO (AP) — Marcelly Nascimento de Lima teme por su porvenir y el de sus primos, sobrinos y las próximas generaciones.
“El futuro está amenazado. Para que alguien de la periferia entre a la universidad, va a ser muy difícil”, dice Nascimento, de 18 años, quien vive en un barrio humilde de Río de Janeiro.
Mientras cursa un ciclo preparatorio para la Universidad Federal Rio de Janeiro (UFRJ), la joven proyecta formarse en Filosofía o Ciencias Sociales, pero teme que su proyecto pueda quedar trunco ante el avance de recortes presupuestarios en educación instrumentados por Jair Bolsonaro.
Ella y otros miles de brasileños volvieron a salir a las calles del país el jueves “en defensa de la educación” y contra el recorte de cerca de 1450 millones de dólares que afecta a todos los niveles de enseñanza.
“Alguien de la periferia tiene que hacer el triple o cuádruple de esfuerzo porque además de estudiar y sobrevivir dentro de la universidad, debe llevar comida a la casa. Los cortes van a agravar mucho la vida de los estudiantes”, aseguró Nascimento.
Rio de Janeiro, Sao Paulo, Brasilia y las principales ciudades del país fueron escenario de actos que contaron con el respaldo de partidos políticos de izquierda, sindicatos y organizaciones estudiantiles.
“Estoy acá contra este gobierno, este Presidente está generando un caos en el país”, dijo Larissa dos Santos Días, estudiante de Farmacia en la UFRJ.
Santos Días, quien investiga sobre el veneno de abejas y cobras en la universidad, aseguró que su área sufrió un 41% de corte presupuestario: “El gobierno quiere inviabilizar la universidad pública”.
Si bien el motor de los reclamos fue la educación, las calles mostraron un descontento generalizado con la gestión de Bolsonaro. Los manifestantes rechazaron la propuesta de reforma jubilatoria, una medida considerada clave por el equipo económico de Bolsonaro que aumentas las edades mínimas e introduce un sistema de capitalización privado.
Esta fue la segunda jornada de protestas por la educación este mes tras las movilizaciones del 15 de mayo. Una vez más, el gobierno elevó el tono de confrontación como respuesta a las calles. El ministro de Educación, Abraham Weintraub, orientó a la población a denunciar a profesores y alumnos que “divulguen las protestas durante horario escolar”. El ministerio condenó supuestas “presiones” ejercidas por estudiantes y profesores de entidades públicas para alentar la participación en las manifestaciones. Bolsonaro había llamado “idiotas útiles” a los manifestantes.
La Unión de Estudiantes Brasileños, principal organización que llamó a protestar en todo el país, celebró la masividad de las convocatorias de este jueves y dijo que el gobierno intenta generar miedo para que los estudiantes no se manifiesten.
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