Sobre Ernesto «Che» Guevara jamás puede hablarse en pasado. Argentino de nacimiento, su papel dentro de la lucha de clases, como fuerza motriz de la historia, es reconocido por las y los trabajadores organizados y con conciencia de clase y por los pueblos de todo el mundo.
Fue un joven y decidido Ernesto quien emprendió sus primeros viajes por América Latina. A su paso, conoció de primera mano las realidades y carencias de cada uno de los lugares por los que transitó, experiencia que le serviría para endurecerse, sin perder la ternura jamás.
Estos recorridos lo llevaron en julio de 1955 hasta su primer encuentro con Fidel, en una fría noche de México. Allí Fidel, exiliado de Cuba tras haber pasado casi dos años preso, apenas comenzaba con su hermano Raúl los preparativos para lo que sería la expedición revolucionaria del Granma. Más tarde, el Che resumiría ese encuentro así: «a las pocas horas de la misma noche, en la madrugada, era yo uno de los futuros expedicionarios.»
Como comunista, demostró ser un luchador abnegado por la libertad, la independencia y la felicidad del pueblo. Y es que para desagrado de los oportunistas, el Che se apoyó siempre en los fundamentos del materialismo histórico y dialéctico.
Tras desembarcar del yate Granma, el Che asumió diversas responsabilidades, desde médico de tropa hasta Comandante de la Columna Nº 8 del Ejército Rebelde, y tras el triunfo revolucionario del 1º de enero de 1959, desde Jefe del Departamento de Industrialización del Instituto Nacional de Reforma Agraria hasta Presidente del Banco Nacional y Ministro de Industria del gobierno revolucionario, siempre consciente de la misión que se le asignaba.
«[…] el enemigo no quiere que planifiquemos, no quiere que nos organicemos, no quiere que estaticemos nuestra economía y lucha con todas sus fuerzas contra eso […] porque en la anarquía de la producción capitalista es donde ellos sacan precisamente el jugo al pueblo trabajador, y donde crean, además, las mentalidades que hacen que […] cada uno trate de luchar solo, dando codazos y patadas y cabezazos […] sin darse cuenta que si todos fueran juntos y ordenados haría una fuerza enorme y podrían avanzar mucho más, con beneficio para todos». Bajo estas premisas, se fue construyendo el paradigma de hombre revolucionario.
En virtud de la claridad de sus ideales y la armonía entre teoría y práctica de sus acciones, el enemigo desplegó fuerzas contra él, hasta conseguir asesinarlo hace cincuenta años, el 9 de octubre de 1967. Pero, tras su muerte, la burguesía ha continuado el ataque, tratado por todos los medios de evitar que la clase obrera se identifique con el ejemplo del Che, y hasta procurando que su imagen quede confinada al mero estampado de mercancías con su rostro.
El imperialismo puede estar seguro de que se libró físicamente del Che. Pero no podrá jamás evitar que su figura se agrande en tanto se agudicen las contradicciones, mientras exista explotación e injusticia, desempleo, pobreza, hambre y miseria en la sociedad. Su ejemplo seguirá apuntando hacia una genuina revolución proletaria y popular.
Natalya M. García. Especial para TP.
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