El Salvador es clave para entender los planes de la derecha aquí y en el exterior
Un megacentro penitenciario y de tortura en Tecoluca, El Salvador, adonde la administración Trump ha enviado a cientos de deportados. Ninguno de los enviados allí y entregados al gobierno terrorista de derecha de El Salvador es de ese país. | Salvador Meléndez/AP

A pesar de su pequeño tamaño, El Salvador es crucial para comprender los planes a largo plazo de la extrema derecha en las Américas. Desde el fomento de conflictos civiles violentos hasta la supresión de derechos constitucionales y la explotación de recursos naturales y trabajadores migrantes, la extrema derecha ha utilizado a El Salvador como laboratorio para su proyecto global.

Al mismo tiempo, la izquierda salvadoreña ha cultivado hábilmente una presencia internacional, que utiliza para combatir los designios de la derecha global y defender los derechos de los salvadoreños tanto dentro como fuera del país.

Pilar Gálvez, anteriormente residente en Los Ángeles, ahora trabaja en Boston como una de las quince representantes internacionales del partido Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Gálvez organiza conmemoraciones de importantes celebraciones nacionales, incluyendo fechas históricas y elecciones significativas, y apoya a la comunidad migrante salvadoreña en sus luchas fuera del país centroamericano.

Enfatizó que este esfuerzo no es solo mío, sino del partido, y destacó el estatus de protección temporal, la reforma migratoria, los derechos laborales y el derecho a la vivienda como temas centrales para la diáspora salvadoreña en Estados Unidos. Como lo expresó Gálvez, «la bandera de los salvadoreños en el exterior se convierte en nuestra bandera».

Las luchas de la diáspora no son ajenas a lo que sucede en El Salvador. Por ello, el FMLN también trabaja para organizar a los salvadoreños en el exterior para impulsar un cambio progresista en El Salvador. La participación democrática, la justicia ambiental y los derechos de los inmigrantes se encuentran entre sus principales prioridades.

Guerra Civil y migración

La comunidad migrante salvadoreña sigue atrapada entre la explotación en el extranjero y la influencia de las políticas respaldadas por Estados Unidos que los obligaron a abandonar su hogar. A lo largo de las décadas, el FMLN ha continuado su lucha contra las políticas de despojo y desplazamiento de la extrema derecha.

A finales de 1980, activistas y líderes comunitarios salvadoreños unieron sus diferentes puntos de vista en una coalición política que sentaría las bases del FMLN y la resistencia a una cruel dictadura militar.

Además de unir fuerzas en el país, la izquierda salvadoreña se organizó y creó un frente político-diplomático en el extranjero. La Secretaría de Relaciones Internacionales del FMLN y sus aliados globales organizaron a la gente de Estados Unidos y Europa para mostrar solidaridad con El Salvador, marchando en las calles para exigir el fin de la guerra.

“El FMLN tenía más misiones diplomáticas que el Gobierno de El Salvador en el extranjero. Donde muchos salvadoreños se exiliaron, formamos comités, y esos comités establecieron relaciones diplomáticas”, explicó Gálvez.

En agosto de 1981, México y Francia reconocieron la alianza izquierdista de El Salvador, compuesta por grupos guerrilleros y políticos, como una fuerza política representativa que debía ser incluida en las negociaciones para encontrar una solución a la crisis del país.

José Alemán, Cónsul General de El Salvador para la región de Nueva Inglaterra desde principios de 2010 hasta finales de 2013, fue activista estudiantil en El Salvador durante la guerra civil y posteriormente trabajó con comunidades de refugiados en Honduras y Nicaragua.

“Cuando ingresé a la universidad, El Salvador ya vivía un proceso de guerra civil abierta donde existían dos ejércitos: una guerrilla y un ejército institucional apoyado por Estados Unidos… así que ese proceso, esas experiencias como estudiante universitario en un contexto de guerra civil, radicalizaron mi pensamiento”, explicó Alemán.

Esto inspiró a Alemán a trabajar con comunidades de refugiados, donde escuchó testimonios “de masacres, de asesinatos perpetrados por escuadrones de la muerte en complicidad con las autoridades policiales, el ejército y el gobierno de turno en El Salvador”.

Por ejemplo, tras recibir entrenamiento de las fuerzas militares estadounidenses en 1981, la Brigada Atlacatl se adentró en las montañas en busca de guerrilleros. Sin embargo, en lugar de encontrarlos, la Brigada se topó con la aldea de El Mozote, donde masacró a los aldeanos a pesar de no tener vínculos claros con los rebeldes.

“Fue la política de tierra arrasada del Plan Cóndor”, bajo la administración de Ronald Reagan, y un plan de la Fundación Heritage, “la misma fundación que creó el plan del gobierno de Milei, el de Bukele y ahora el Proyecto 2025”, dijo Gálvez.

Durante la guerra, de 1979 a 1992, murieron 75.000 personas y muchos salvadoreños abandonaron el país. Hoy en día, de los aproximadamente tres millones de salvadoreños en el extranjero, casi dos millones residen en Estados Unidos. Los salvadoreños que huyeron de la guerra y la persecución se mudaron a ciudades como Los Ángeles, Nueva York, Boston, Houston y Denver.

En respuesta, la Secretaría de Relaciones Internacionales del FMLN se convirtió en la Secretaría de Relaciones Internacionales y de Salvadoreños en el Exterior para responder a las necesidades de los salvadoreños como comunidad transnacional, señaló Gálvez.

“Ahora no se trata solo de encontrar aliados… Se trata de responder a las necesidades de la comunidad migrante”. Hoy en día, muchos migrantes salvadoreños trabajan en algunos de los empleos más duros y peor remunerados de Estados Unidos.

“Porque el plan de esta Heritage Foundation es precisamente eso, ¿verdad? ¿Cómo mercantilizar la huida de las personas de sus países? Y convierten a los seres humanos en mercancías y objetos”, mencionó Gálvez.

“Tenemos que responder a las necesidades de esa comunidad desplazada… Por eso es tan importante para el FMLN su militancia en el exterior y la comunidad en el exterior”, concluyó Gálvez.

Tras salir de una brutal guerra civil que dejó profundas cicatrices, la transición de El Salvador a la paz en 1992 prometía democracia y reconciliación. Pero tres décadas después, el regreso de la extrema derecha bajo el liderazgo de Nayib Bukele ha marcado el comienzo de una nueva era de autoritarismo, encarcelamiento masivo y alineamiento con fuerzas de extrema derecha globales, lo que amenaza los logros de la posguerra.

Significativamente, los acuerdos de paz en el Castillo de Chapultepec en la Ciudad de México permitieron a las guerrillas del FMLN entrar en la política y competir directamente con el partido de extrema derecha Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), el brazo político de sus enemigos en tiempos de guerra.

En cierto modo, sin embargo, la posguerra fue más dura que la guerra misma.

“Hay niños huérfanos, hay trauma. La economía quedó destruida durante mucho tiempo debido a la guerra… y la pobreza se agrava”, explicó Gálvez.

Además, ARENA controló el gobierno durante dos décadas. Gradualmente, sin embargo, el FMLN fue ganando terreno, primero ganando las elecciones locales y finalmente ganando la presidencia en 2009, cuando Mauricio Funes, del FMLN, derrotó al exdirector de la policía Rodrigo Ávila, de ARENA.

El FMLN ganó la presidencia por segunda vez en 2014 con la victoria de Salvador Sánchez Cerén. Un logro histórico para la protección de la salud pública y el medio ambiente durante este período fue la promulgación de una ley que prohíbe cualquier tipo de minería en El Salvador en 2017.

Tras dos periodos de gobierno del FMLN, la extrema derecha ha regresado con fuerza con Nayib Bukele, del nuevo partido ultraconservador Nuevas Ideas.

Bukele ha abogado por el regreso de la minería a pesar de la impopularidad de la industria en El Salvador, argumentando que generará miles de millones de dólares y miles de empleos.

No se emitió un permiso

Cuando la empresa canadiense Pacific Rim Mining Corp. intentó establecer una mina de oro en la región de Cabañas, El Salvador, a finales de la década de 2000, el gobierno de entonces no emitió un permiso debido a la desaprobación popular. La corporación demandó a El Salvador, alegando que el gobierno violó el Tratado de Libre Comercio entre República Dominicana y Centroamérica.

Bukele mantiene su compromiso de representar y defender los intereses de una oligarquía internacional y nacional, crucial para los designios antidemocráticos de la extrema derecha global.

Alemán describió cómo “el modelo Bukele se basa en la idea de que el poder debe concentrarse y usarse no solo para perseguir y vengarse de los enemigos políticos, es decir, para aniquilarlos, desaparecerlos, anularlos, minimizarlos, que es lo que se ha intentado con el FMLN en El Salvador… sino también para concentrar el poder… de ahí surge un nuevo modelo de acumulación de recursos… para negocios personales o para el beneficio de una élite, que puede ser una clase dominante, que puede ser una oligarquía… en el caso de El Salvador es una oligarquía”.

“Necesitan que los gobiernos de América Latina les ayuden a implementar políticas neoliberales, bélicas y antidemocráticas”. “Y ahí es donde aparece Bukele, un peón y sirviente útil”, añadió Gálvez, refiriéndose a la colaboración internacional de las fuerzas de extrema derecha en las Américas. En otras palabras, además de servir a los intereses de la oligarquía salvadoreña, otro propósito principal del régimen de Bukele en El Salvador está alineado con los intereses de las fuerzas más conservadoras y reaccionarias dentro de Estados Unidos, como es el movimiento MAGA (Hacer Grande Nueva York).

Recientemente, Bukele y Trump colaboraron en la deportación de más de 200 presuntos miembros de una pandilla venezolana para ser procesados ​​y retenidos en el Centro de Contención del Terrorismo de El Salvador. La operación de deportación desafía el bloqueo del juez James Boasberg al uso malicioso por parte del presidente Donald Trump de la Ley de Enemigos Extranjeros, una ley amplia que se ha invocado para detener y deportar a ciudadanos de una nación “enemiga” sin el debido proceso. Su última aplicación fue durante la Segunda Guerra Mundial para internar a civiles estadounidenses de origen japonés.

En un comunicado oficial, el gobierno venezolano condenó las acciones de Trump por criminalizar injustamente la migración venezolana, en un acto que evoca los episodios más oscuros de la historia de la humanidad, desde la esclavitud hasta el horror de los campos de concentración nazis.

En El Salvador, las políticas de “Mano Dura” de Bukele han fomentado el encarcelamiento masivo en cárceles privadas, al tratar los problemas sociales causados ​​por la guerra civil —como la pobreza, la desintegración familiar y la descomposición social— como problemas criminales que requieren corrección punitiva.

Gálvez afirmó: “En lugar de darles opciones a estos jóvenes pobres, los encarcelan”.

Señaló que muchos jóvenes, a pesar de no tener vínculos con la delincuencia, están siendo encarcelados en cantidades sin precedentes. Bukele ha instituido medidas intensamente autoritarias que, en esencia, han despojado a las personas de garantías constitucionales básicas.

Alemán explicó: “Desde hace casi tres años… El Salvador ha estado experimentando lo que se llama Estado de Excepción… que es la suspensión de ciertos derechos y ciertas garantías ciudadanas… lo que significa que, de manera arbitraria y autoritaria, las autoridades salvadoreñas pueden detenerte, encarcelarte y mantenerte incomunicado durante meses… más de 300 personas han muerto en estas condiciones… es decir, mientras están encarceladas, no sentenciadas, sino a la espera de ir a juicio para determinar su culpabilidad o inocencia”.

Bajo el régimen de extrema derecha de Bukele, el miedo reina sobre las personas que, de otro modo, podrían denunciar la injusticia y la desigualdad.

“El miedo nos paraliza”, admitió Alemán con seriedad.

Combatiendo el miedo y contraatacando

A pesar del deterioro de las protecciones democráticas en Estados Unidos y El Salvador, Alemán trabaja con otros activistas y líderes de la clase trabajadora contra la minería metálica en El Salvador, especialmente la de oro. Los ambientalistas argumentan que el regreso de la minería metálica provocará la explotación de trabajadores por parte de corporaciones extranjeras, la contaminación del suministro de agua del país y la destrucción de los ecosistemas locales.

Alemán trabaja ahora en una iniciativa para, a través de las iglesias católica y protestante, informar y educar a la comunidad salvadoreña de esta zona sobre los peligros y riesgos de la minería metálica y la minería de oro en El Salvador.

El Salvador fue el primer país del mundo en prohibir la minería metálica en su territorio, reafirmando el derecho a la salud, a un medio ambiente limpio y al desarrollo sostenible. Cidia Cortés, bióloga ambiental, ha señalado que el río Lempa, fuente de agua para el 70% de la población, “requiere cuidados intensivos para sobrevivir a los agroquímicos, la minería y la extracción de piedra, así como a las cuatro centrales hidroeléctricas ubicadas en la cuenca”.

Como explicó Alemán, desde un principio, el FMLN “se comprometió con un país democrático, un país que respetara los derechos humanos, pero también el uso responsable de los recursos”, para proteger sobre todo el agua, los bosques y la biodiversidad.

Alemán expresó que la revocación de la prohibición de la minería metálica forma parte de un ataque más amplio a años de progreso, afirmando: “Consideramos que esta revocación de la ley también es un ataque a todo lo que hemos trabajado durante años… esos compromisos que asumimos… que finalmente plasmamos en ley como FMLN”. El gobierno de Bukele, en cambio, ha optado por el oro en lugar del agua.

“Ahora resulta que el actual gobierno ha cambiado [la prohibición de la minería metálica] sin el apoyo de la población, que en más del 57% rechaza la derogación de la ley contra la minería metálica”, declaró Alemán, citando encuestas de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas.

También añadió que estas políticas autoritarias solo han sido potenciadas y legitimadas por Trump, quien prometió en su discurso inaugural “perforar, perforar, perforar… ese oro líquido bajo nuestros pies” y aumentar las exportaciones petroleras estadounidenses.

Quizás debido a la proximidad al desastre que causa la minería metálica, las comunidades salvadoreñas se oponen de forma más abierta y radical a la reversión, mientras que las comunidades en la diáspora son más difíciles de organizar.

“El tema de la minería en El Salvador se discute a diario en todos los niveles: en los medios de comunicación, en las universidades, en las iglesias, en las calles… es [en EE. UU.] donde hemos avanzado muy poco en educar e informar a nuestra diáspora sobre lo negativo que esto será para El Salvador, para nuestras familias”, comentó Alemán.

En Estados Unidos, los salvadoreños temen que “si a las autoridades les da la gana, cuando te identifican como opositor o alguien que está organizando o difundiendo información… te pueden acusar en los medios o en los tribunales… de estar indocumentado en Estados Unidos y entonces eso se convierte en una amenaza para tu estabilidad en este país”, dijo Alemán.

Un horroroso “video divertido”

La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, admitió que el miedo es clave en la política migratoria de la administración Trump, declarando: “Estamos animando a los inmigrantes indocumentados a autodeportarse activamente para quizás evitar aparecer en uno de estos videos divertidos”. El video al que se hace referencia era una publicación oficial de la Casa Blanca en redes sociales que mostraba a hombres encadenados siendo deportados sin el debido proceso, mientras se escuchaba de fondo “Closing Time” de Semisonic.

Como profesor de secundaria pública, Alemán trabaja en una comunidad donde el 70% de las familias nacen o tienen sus raíces en un país distinto a Estados Unidos. Les hablo de brasileños, colombianos, marroquíes, salvadoreños y hondureños. Esta es la comunidad a la que las políticas de Trump atacan con mayor violencia.

De hecho, The Guardian informó que en febrero de este año, las autoridades migratorias estadounidenses arrestaron a más personas que en cualquier otro mes de los últimos siete años.

En tiempos como estos, Alemán cree que la única solución es construir un movimiento de masas por la humanidad y el planeta. Ocultarse o ceder ante las políticas de derecha no es una opción.

“Las luchas populares que triunfan, triunfan en las calles. No mediante negociaciones a puerta cerrada ni mediante grupos de presión profesionales. Se ganan con la gente organizada. Claro que, para organizarnos, debemos superar el miedo. Para superar el miedo, debemos armarnos de información, ser creativos y, sobre todo, estar cerca de la gente”, dijo Alemán.

Este último punto, acerca de estar cerca de la gente, de conectar con la clase trabajadora donde se encuentra, es la lógica detrás de la estrategia organizativa de Alemán y otros en el área de Boston.

“Esta idea de ir a las iglesias es simplemente una cuestión de reconocer que uno tiene que estar donde está la gente, y si la gente está en las iglesias y en las redes sociales, ahí es donde tenemos que estar presentes, contar nuestra historia, organizarnos y movilizarnos”, dijo.

El 18 de marzo, líderes de la Iglesia Católica en El Salvador llegaron a la Asamblea Legislativa para entregar 150,000 firmas en apoyo a la exigencia de derogar la reintroducción de la minería por parte de Bukele.

El FMLN y su continuo legado de militancia progresista en El Salvador y en todo el mundo nos dejan una clara lección: para combatir la amenaza fascista de la extrema derecha global, debemos combatirla de frente.

“Por eso en El Salvador nos movilizamos cada semana para enviar un mensaje claro. Y aunque tengamos miedo, el miedo no nos ha paralizado hasta el punto de no salir a las calles a decir lo que pensamos, a decir lo que hacemos y lo que vamos a hacer”, concluyó Alemán con firmeza.

“Es una lucha muy clara entre un sistema y otro. Un sistema se centra en la dignidad y el bienestar de las personas, y en el otro… la producción económica es más importante que los seres humanos”, expresó Gálvez.

Daniel Delgado es un estudiante de posgrado en la USC y miembro del UAW Local 872.


CONTRIBUTOR

Daniel Delgado
Daniel Delgado

Daniel Delgado is a graduate student at USC and a member of UAW Local 872.