Mientras el debate sobre la reforma migratoria se reanuda en el Senado el 15 de mayo, el presidente Bush pronuncia un discurso televisado a nivel nacional, tratando de motivar a su base conservadora atemorizándolos con cuentos de espanto antiinmigrantes, pero a la misma vez aparecer como persona compasiva.
Bush prometió mandar a 6.000 efectivos de la Guardia Nacional a la frontera para sustentar a la Patrulla Fronteriza y financiar más mecanismos de alta tecnología para controlar la frontera austral. También prometió aumentar centros de detención en la región fronteriza.
Sin mencionarlo por nombre, él dio a entender que apoyaba el proyecto Hagel-Martínez en el Senado. Este proyecto promulga un programa de trabajadores huéspedes sin derechos laborales. Apoyado por las corporaciones grandes, esto se ve como una forma de minar los derechos de los trabajadores y los salarios.
La oposición al discurso de Bush, especialmente de latinoamericanos dentro y afuera del país fue fuerte.
Silvestre Reyes, congresista demócrata por Tejas, dijo que “Una ola de sentimiento antinorteamericanos está barriendo por América Latina” y la militarización de la frontera lo aumentaría.
Actualmente, 10.060 agentes patrullan la frontera austral mientras solo 980 patrulla en la norteña, según el departamento de Seguridad Patria.
Louis Velásquez, un representante de la arquidiócesis católica de Los Angeles, dijo, “Ahora seremos dos países amistosos con una frontera militarizada entre medio. Por favor dígame porqué tenemos que tener soldados para encontrarse con gente que vienen a buscar trabajo. Ellos no son un peligro”.
Políticos de ambos partidos principales, los demócratas y republicanos, cuestionaron la sabiduría de estirar a la Guardia Nacional aun más cuando la guerra en Irak se ha llevado a tantos. En la respuesta oficial demócrata el senador Dick Durbin de Illinois dijo que Bush está proponiendo “una solución militar para romper un empate político”.
Durbin dijo que esto puede convertirse en “un despliegue de largo plazo”. Aunque los demócratas apoyan el uso de la Guardia Nacional en la frontera, él dijo, el plan de Bush “provoca más preguntas serias sobre el futuro de la Guardia Nacional” y su capacidad a responder a emergencias nacionales como el huracán Katrina.
Los gobernadores de los estados fronterizos expresaron opiniones diferentes. Arnold Schwarzenegger de California y Bill Richardson de Nuevo Méjico criticaron al plan de Bush, pero Janet Napolitano de Arizona y Rick Perry de Tejas parecían verlo más favorable.
Muchos vieron al discurso como un intento eleccionario para atraer a la base ultraderechista del Partido Republicano.
“Dentro de la ala conservadora del Partido Republicano, a quienes este presidente está tratando de aplacar, puede que sea buena política. Pero es una política pésima”, dijo Ted Kulongoski, gobernador de Oregon.
El congresista Jesse Jackson, hijo, dijo que el discurso de Bush era para “Motivar la base. Ese es el mensaje verdaero”. Agregó el congresista demócrata por Illinois, “Esto es porque temen que los demócratas puedan ganar control de la Cámara y el Senado en noviembre”.
Partidarios de los derechos de los inmigrantes están de acuerdo de que la reforma migratoria es necesaria, pero argumentan que la reforma tiene que ser pro inmigrante y no antiinmigrante.
El Sindicato de Trabajadores Agrícolas Unidos dijo en una declaración, “Todo el mundo está de acuerdo de que nuestro sistema migratorio está quebrado. Millones han marchado y expresaron su opinión sobre la creciente preocupación por la reforma migratoria. La solución necesita ser la de incluir una vía clara a la legalización ganada para los inmigrantes indocumentados que están viviendo y contribuyendo a la economía estadounidense”.
En una declaración, el Partido Comunista de Estados Unidos, fuertemente criticó a Bush por usar su discurso para “complacer a los esfuerzos de extrema derecha y racistas de sacar a los inmigrantes del país”. El programa de trabajadores “huéspedes”, dicen los comunistas, “institucionaliza a la vulnerabilidad [de los inmigrantes] y minan la posición de todo trabajador … El sistema de identificación propuesto para los inmigrantes es un paso hacia una tarjeta de identidad que puede ser extendida a todos los trabajadores”.
Los comunistas notan que “La inmigración indocumentada a través del mundo es un fenómeno mundial causado por la creciente diferencia en riqueza entre y dentro de los países … La política de comercio de la administración estadounidense obliga a millones … [de los países de] América Latina, Asia, y África a desarraigarse y buscar empleo aquí”.
La reunificación familiar, derechos civiles y laborales, junto con la regularización de sus estado de inmigrantes, son las demandas claves de los millones de inmigrantes y sus partidarios que han marchado en los meses recientes.
A la hora de cierre, autobuses de activistas de por lo menos 20 estados estaban en camino a Washington para cabildear por varios días y participar en una manifestación el 17 de mayo. Esta manifestación fue convocada por la Alianza Somos América, una coalición de iglesias, sindicatos y otros grupos pro inmigrantes.
El movimiento se enfrenta al reto de prevenir que pasen una ley antiinmigrante. El proyecto Hagel-Martínez, S 2611, ahora conocido como el proyecto Specter, hace casi nada para proteger a los inmigrantes y sus familias.
El proyecto divide a las comunidades de inmigrantes indocumentados para que solo una pequeña parte puedan ser elegible para la ciudadanía o la residencia permanente. Algunos analistas piensan que tan poco como tres o cuatro millones de los 12 indocumentados podrían regularizar su condición de inmigrante bajo este proyecto. El proyecto divide a la gente en tres grupos y los que han estado en el país menos de dos años son excluidos de normalizarse.
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