WEST PALM BEACH, Florida (AP) — Decenas de vehículos se acercaron lentamente a Mar-a-Lago, el lugar de descanso del presidente Donald Trump en Florida, la tarde del sábado con reggaetón y salsa retumbando a su paso. Tocaron el claxon y ondearon banderas puertorriqueñas desde las ventanas de sus autos y camionetas. Iban rumbo a una marcha a unos cuantos kilómetros para conmemorar el primer aniversario del huracán María.
A pesar del sol abrasador, cientos de activistas se presentaron en el anfiteatro Meyer en West Palm Beach. Autobuses llenos de manifestantes llegaron desde Miami y Orlando. La multitud lucía animada. La gente se esparció en el césped y caminó con pancartas con frases como “Respeta Mi Gente” y “Justicia para Puerto Rico”. A un lado del escenario, flotaba un enorme globo inflable de Trump en pañales. Personas hicieron fila para tomarse fotografías sacando el dedo medio al globo naranja.
Los organizadores del evento motivaron a los asistentes a votar en las elecciones de medio periodo de noviembre. Cualquiera que tuviera el micrófono decía a la gente que votara, que se registrara para votar y corriera la voz sobre la importancia de votar.
“Conmemoramos las vidas que se perdieron”, dijo Marcos Vilar, presidente y director ejecutivo de Alianza para el Progreso, uno de los organizadores del evento. “Reconocemos a todas las personas que fueron desplazadas y que ahora viven aquí en el sur de Florida, en el centro de Florida y por todo el estado”.
Vilar cree que, aunque los puertorriqueños son ciudadanos estadounidenses, la respuesta del gobierno actual ante las secuelas del huracán María ha demostrado que los puertorriqueños no son tratados con equidad.
Cerca de 3.000 personas murieron como resultado de María, según un estudio de la Escuela de Salud Pública del Instituto Milken de la Universidad George Washington. El presidente ha rechazado frecuentemente la cifra de muertos. La semana pasada tuiteó que los investigadores habían inflado los números “como por arte de magia”.
Durante el evento, Trump no estaba en Mar-a-Lago.
Dayavet Vélez, de 17 años, afirmó que su casa en Adjuntas, un pequeño municipio en las montañas del centro de Puerto Rico, fue destruida por María. La adolescente y su familia llevaban casi un año viviendo en el centro de Florida.
“Venimos acá porque perdimos todo”, declaró.
Vélez añadió que cuando Trump visitó Puerto Rico, el presidente no vio la devastación completa que causó María, sólo una realidad distorsionada. Tampoco visitó las áreas más afectadas por la tormenta.
Pese a las adversidades que han enfrentado ella y su familia, la estudiante de último año de secundaria no pierde la esperanza.
“Nos valdremos por nosotros mismos”, subrayó. “Seremos fuertes”.
Por Ellis Rua
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