En ocasión d el 189º aniversario de su natalicio, este 5 de mayo.

Cada vez que en alguna parte del mundo brota un movimiento orientado por ideas socialistas, como el que estamos viviendo ahora en Venezuela y que hemos convenido en denominar revolución bolivariana, surge casi de modo inevitable la interrogante sobre el tipo de socialismo al cual se refiere en concreto ese movimiento.

Pues lo que sí ha estado claro, hace ya mucho tiempo, es que en sus aspectos teóricos el socialismo admite interpretaciones muy diversas, y desde los utopistas iniciales para acá, en verdad abundan los ejemplos de tales casos y los nombres de notables pensadores dedicados a la elaboración de modelos de una nueva sociedad.

Pero por encima de toda la confusión existente todavía en relación al camino a seguir para la construcción de una sociedad socialista, creo yo que se ha hecho prácticamente universal el respeto y la gran admiración que rodea la figura de Karl Marx.

Del nombre suyo, como es obvio, proviene el vocablo marxismo que es de uso cotidiano en la terminología de las ciencias sociales, en todos los idiomas, y compite ahora ciertamente con denominaciones de tipo religioso, como son cristianismo, mahometismo y budismo. Cosa que Marx seguramente habría rechazado, y no sólo por razones intelectuales. Su pensamiento, en buena medida, tiene orígenes en la revolución francesa, uno de cuyos principios básicos es el laicismo, o sea la tajante separación que debe haber entre el Estado y la religión. Algo que, por cierto, igualmente está en la base del pensamiento bolivariano.

Tomando todo esto en cuenta, me parece que es oportuno salirle al paso a planteamientos que actualmente se oyen aquí, en bocas revolucionarias, que pretenden hacer un menjurje ideológico de elementos marxistas y unas concepciones cristianas. Y lo que resulta más pintoresco aún, se añaden unas gotas de indegenismo al gusto del consumidor.

En cambio, los comunistas venezolanos ya desde los años ’40 del siglo pasado hemos venido insistiendo en que la revolución en nuestro país ha de basarse en la conjunción del marxismo con el pensamiento bolivariano.

Asimismo, vemos que mucho se argumenta a favor de la necesidad de un nuevo socialismo, dando así a entender que ya hubo uno anterior a éste que se nos propone ahora, y el cual supuestamente fue un fracaso. De allí el antisovietismo que exhiben, por lo general, los expositores del llamado “Socialismo del Siglo XXI”, a quienes yo califico simple y llanamente de “neo-revisionistas”. Todos ellos tienen un rasgo en común, y es el permanente y más acentuado anticomunismo.

En otras palabras, no se atreven a denigrar abiertamente de Marx, y hasta le llegan a reconocer cierto mérito en el plano de la teoría de la revolución proletaria, pero de seguidas pasan a recalcar el hecho — más que evidente — de estar nosotros ahora viviendo en un mundo que ha cambiado enormemente. Y concluyen diciendo, por ejemplo, que la clase obrera ha perdido peso con la revolución científico-técnica y por lo tanto ya no tienen los proletarios el papel de vanguardia que Marx y Engels les atribuyeron.

Y menciono a Engels con igual importancia que la de Marx, ya que es una gran injusticia la que se ha cometido con Friedrich Engels cuando se le ha dado únicamente el nombre de Marx a esa inmensa creación de un verdadero socialismo científico, realizada conjuntamente por ambos.

En fin, socialismo puede haber de muchas formas y maneras, en el papel, pero hasta hoy el único que se ha visto funcionar en la práctica es el que está fundamentado en el materialismo dialéctico, es decir, en lo que llamamos marxismo. Pienso que es bueno recordarlo, de modo especial en fechas como estas del 1º y 5 de mayo, para que los revolucionarios en todo el mundo actual valoricemos justamente lo mucho que significa Marx hoy.

Jerónimo Carrera es presidente del Partido Comunista de Venezuela.

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