La industria de combustibles fósiles se comporta como la prima donna de la economía nacional. Sin importar las consecuencias catastróficas de sus actuaciones, la administración Trump sigue premiándola con ramos de rosas.
Las comunidades hispanas que sufren las consecuencias de estos desastres, en cambio, solo reciben las espinas.
Un claro ejemplo son los barrios hispanos de Houston —Pasadena, Deer Park y Manchester— que recientemente han sufrido de primera mano varios desastres petroquímicos. El más grave fue el incendio en una instalación de almacenaje de ITC que emitió enormes cantidades de sustancias tóxicas al aire y las vías acuáticas colindantes. Decenas de familias, en su mayoría hispanas, sufrieron los efectos tóxicos de venenos como xileno y benceno.
Este abuso es una plaga nacional. En los dos últimos años han ocurrido decenas de desastres petroquímicos similares, al mismo tiempo que la administración Trump ha debilitado las protecciones que ayudan a prevenir estas tragedias. De hecho, desde enero de 2017, la industria de combustible fósiles vive en un nirvana desregulador que ha dejado al público a merced del bombardeo tóxico de estos contaminadores. Que quede claro que el porcentaje de hispanos que vive junto a estas peligrosas instalaciones petroquímicas es un 60% mayor que la media nacional.
Un estudio del New York Times reveló que desde su llegada al poder, la administración ha debilitado o eliminado 84 protecciones, favoreciendo abrumadoramente los deseos de los contaminadores fósiles.
El Eliminador en Jefe de estas protecciones es el ex cabildero carbonero y actual administrador de la Agencia de Protección Ambiental (EPA), Andrew Wheeler, cuyo proyecto más reciente es acabar con los análisis científicos que evalúan el daño que causa la contaminación del aire. La meta de Wheeler es debilitar el Plan de Energía Limpia, la herramienta fundamental de Estados Unidos para cumplir con sus metas climáticas internacionales.
Según la misma EPA, el Plan de Energía Sucia de Wheeler contribuiría a las muertes prematuras de 1.400 personas al año, debido a males respiratorios y coronarios. Wheeler también está tratando de debilitar los Estándares de Mercurio y Toxinas en el Aire que protegen a mujeres embarazadas y niños pequeños contra los efectos de estos venenos.
Esta insidiosa narrativa —sucio, bueno; limpio, malo— es un desesperado intento de ocultar los verdaderos costes de los combustibles fósiles. Según un reporte del Fondo Monetario Internacional, Estados Unidos gasta más en subsidiar los combustibles fósiles que en sus fuerzas armadas. En 2015, los subsidios directos e indirectos al petróleo, carbón y gas alcanzaron los $649 mil millones, mientras que el Pentágono recibió unos $600 mil millones.
El cálculo de estos subsidios incluye las llamadas externalidades de esta industria, incluyendo los descomunales costos de su contaminación a la salud nacional. El estudio también reveló que los subsidios mundiales a esta industria se elevaron a $4,7 billones (trillions en inglés). El FMI llegó a la pasmosa conclusión de que si se hubiera puesto un precio justo a estos combustibles, se hubieran reducido las emisiones climáticas en un 28%, y se disminuirían las muertes prematuras en el mundo en un 50%.
Y hablando del Pentágono, en un informe al Congreso advirtió que dos terceras partes de sus instalaciones esenciales son vulnerables a la crisis climática, concretamente la subida del nivel del mar y los incendios forestales.
Mientras la administración sigue con la cabeza firmemente enterrada en la arena alegando ridículamente que las turbinas eólicas causan cáncer, el avance de la economía de energía limpia continúa imparable. Cinco estados más Puerto Rico y el Distrito de Columbia, y más de 120 ciudades se han comprometido a generar un 100% de energía limpia, y varios proyectos de construcción de gasoductos han sido derrotados o intensamente confrontados en Carolina del Norte, Maryland, Nueva York, Virginia y Virginia Occidental.
En una economía en la que la energía limpia rápidamente se convierte en su prima ballarina, no hay espacio para prima donnas.
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