Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos reconstruyó Europa occidental de las cenizas. Bajo el Plan Marshall, nuestro país proporcionó miles de millones de dólares en ayuda a Alemania y a otras 15 naciones, logrando un auge económico sin precedentes, reviviendo la infraestructura que estaba en ruinas y construyendo una base para la prosperidad sostenida que los europeos disfrutan hasta el día de hoy.
Puerto Rico necesita y se merece su propio Plan Marshall. Es hora de que el Congreso y la Casa Blanca se comprometan con una estrategia de recuperación y reconstrucción a largo plazo tras la devastación provocada por el Huracán María. Si nuestros líderes creen que nos podemos permitir enormes recortes de impuestos para los más ricos, entonces ciertamente nos podemos permitir restaurar una vida normal para los 3,5 millones de ciudadanos estadounidenses que viven en Puerto Rico.
Lo que hicimos por Europa podemos y debemos hacer por nuestro propio pueblo. La Segunda Guerra Mundial fue un desastre causado por la humanidad, mientras que María fue una calamidad natural; sin embargo, los efectos son sorprendentemente similares, con la economía destruida, la infraestructura arruinada, el sufrimiento generalizado y pocas posibilidades de alivio a menos de que nuestro gobierno actúe de manera decisiva. Así como están las cosas, los puertorriqueños se sienten abandonados por su gobierno federal en su momento de mayor necesidad. Luego de que el Huracán Harvey golpeara Texas y el Huracán Irma la Florida, el gobierno de Trump actuó rápidamente. Por el contrario, la Casa Blanca y el Congreso titubearon y vacilaron por más de una semana después de que el Huracán María azotara a Puerto Rico.
La devastación causada por los vientos de fuerza bruta y las lluvias torrenciales de María no tiene precedente. Los caminos son intransitables. Los puentes están rotos. Muchas escuelas son pilas de escombros. Las tripulaciones de rescate no pueden llegar a muchas partes de la isla, dejando a las personas abandonadas. El servicio de agua no funciona en la mayor parte de Puerto Rico. Los hospitales están luchando para servir a los pacientes con generadores. La red eléctrica ha sido aniquilada. No hay servicio de telefonía celular ni de internet en grandes partes del país.
Los puertorriqueños necesitan desesperadamente a Washington para ayudar a su gobierno a reanudar sus operaciones y proporcionar servicios que son críticos para la salud, el bienestar y la seguridad de la población. Un paquete integral de ayuda federal debería proporcionar fondos a largo plazo para revitalizar los servicios de salud pública, mejorar la educación pública, aumentar la protección contra incendios y de la policía, fortalecer el personal correccional, restaurar los servicios sanitarios básicos, prestar servicios a las personas mayores y otras poblaciones vulnerables y reconstruir infraestructura, incluyendo electricidad y otros servicios públicos. Para completar estos ambiciosos proyectos, debemos invertir en empleos nuevos y existentes, los cuales paguen un salario digno y fortalezcan la economía del Estado Libre Asociado.
Además de lidiar con las consecuencias del huracán, Puerto Rico sigue plagado de problemas estructurales financieros de larga data y de un vicioso ciclo económico a la baja. La falta de alimentos, agua, suministros médicos e infraestructura adecuados sólo exacerbarán estos problemas, haciendo aún más urgente que el Congreso y la Casa Blanca actúen sin demora sobre un Plan Marshall para Puerto Rico.
El paquete de ayuda debe ser diseñado únicamente para restaurar los servicios y ayudar a revitalizar la economía, no para ofrecerles un rescate financiero a los acreedores de Puerto Rico.
Nuestros líderes sacaron a Europa de un estado moribundo con resultados espectaculares. Hago un llamado al Congreso y a la Casa Blanca para que se armen de valor y reúnan la voluntad de hacer lo mismo para Puerto Rico. Con esta ayuda, nuestros conciudadanos en Puerto Rico podrán reconstruir sus comunidades y emerger de los restos del Huracán María más fuertes, más resistentes y más prósperos.
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