Bogotá, 22 may (Prensa Latina) Colombia vivió jornadas caracterizadas por multitudinarias movilizaciones, intentos de diálogos y algunos resultados en la lucha social de los diversos sectores participantes en el paro nacional, durante la semana que concluye hoy.
En los últimos siete días, cientos de miles de personas salieron a las calles en ciudades y zonas rurales para manifestar su rechazo a las políticas en todas las áreas del gobierno del presidente Iván Duque.
Los colombianos marcharon contra las privatizaciones, la violencia sistemática contra líderes sociales, indígenas y exguerrilleros; contra la militarización; contra la represión policial y por el desmantelamiento del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad).
Para el columnista Walter Rodríguez, Colombia arde, entre otras cosas, porque la protesta pacífica se convierte en violencia cuando aparecen los miembros de este cuerpo élite de la Policía Nacional ‘no solo para hacer represión sino para asesinar’.
El Comité de Solidaridad con los Presos Políticos en Colombia asegura que el Esmad viola sistemáticamente los derechos humanos en Colombia, abusa de su poder, ejerce la fuerza de manera ilegal y desproporcionada y no cumple los protocolos de actuación.
También exigieron la renuncia de varios ministros y funcionarios de entidades del país, entre ellos el de Defensa, Diego Molano, a quien responsabilizan de la violencia contra las manifestaciones pacíficas que deja ya más de 40 muertos y decenas de heridos y desaparecidos.
Esta semana el Senado resolvió debatir una moción de censura contra Molano quien deberá responder ante el Congreso (parlamento bicameral) por las denuncias en su contra, teniendo en cuenta que en Colombia la policía se subordina al Ministerio de Defensa.
Asimismo, las movilizaciones exigieron la destitución del defensor del pueblo, Carlos Camargo, por su silencio frente a las atrocidades oficiales; y del ministro de Cultura Felipe Buitrago, por su actitud excluyente hacia la diversidad cultural del país, y quien fue sustituido ayer.
Durante esta semana de estallido social, el Comité de Paro Nacional volvió a sentarse a la mesa con representantes gubernamentales para pautar el camino en pos de un diálogo y solucionar la crisis en el país.
Una de las condiciones formuladas por esta agrupación que acoge a sindicatos, colectivos estudiantiles y organizaciones campesinas, entre otras, es que el gobierno garantice las manifestaciones pacíficas sin violencia.
Aunque el Comité ya anunció algunos avances hacia las negociaciones, lo cierto es que por el día tienen lugar los acercamientos con el gobierno, y en las noches la policía reprime a los manifestantes.
De acuerdo con denuncias, la actitud de los uniformados responde, en parte, a una criticada orden del presidente Duque, quien el lunes pasado ordenó a la fuerza pública desplegar su ‘máxima capacidad operacional’ para quitar los bloqueos de las vías en el contexto del paro nacional contra su gobierno.
Esta semana, la presión popular logró que el Congreso archivara una lesiva reforma de Salud con marcado carácter privatizador y, además, que la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) rechazara una solicitud de Colombia para aplazar la Copa América 2021.
Por lo tanto, los partidos programados en este país, incluida la final del torneo, una de las sedes junto a Argentina, se realizarán en otras locaciones.
En Colombia, donde hay bastante devoción por el fútbol, una gran cantidad de personas, incluso los hinchas de los conjuntos locales, recibió la noticia con beneplácito por considerar que hay otras prioridades como la lucha social.
Fue noticia, sin muchos argumentos, la muerte del líder de las extintas Fuerzas Armada Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) Jesús Santrich en una emboscada ejecutada por comandos del ejército colombiano el 17 de mayo, según un comunicado de la dirección de las disidencias de la fuerza guerrillera.
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